José Antonio López Escobar, galardonado con el primer premio por su poema titulado "Distancia", y Pablo Rodríguez Gómez, galardonado con el segundo premio por su poema "Abuela".
Ganadores del XI Certamen de Poesía "María Zambrano".
José Antonio López Escobar, galardonado con el primer premio por su poema titulado "Distancia".
DISTANCIA
No te alejes,
quédate a mi lado,
aún hay tiempo de romper los miedos,
tejer los sueños
y recoger la vida.
No te alejes,
porque la costumbre
es aliada del olvido,
porque la huida
se arremolina con la nostalgia.
No te alejes,
la soledad no consuela el alma,
y la distancia
será un eslabón infranqueable.
No te alejes amor,
quédate y frótate conmigo,
que el calor de tu cuerpo
no sea una quimera,
que la fragancia de tu piel
no se extinga con el viento.
No te alejes,
quiero ver de cerca tu pelo alborotado,
tus manos acariciando un verso,
el equilibrio en tu sonrisa
y el amanecer en tu mirada.
No te alejes,
aunque se marchite el aliento,
aunque la luz se apague,
aunque se desplome el cielo,
aunque la tierra tiemble,
aunque tiemble el cielo.
No te alejes,
te abriré una flor,
te vestiré de primavera,
sabes que te quiero,
no siembres el silencio
y entrégate al sueño.
Aún estamos a tiempo,
sabes que te quiero.
Pablo Rodríguez Gómez, galardonado con el segundo premio por su poema "Abuela".
ABUELA
El sol se pone,
la luz del atardecer que entra por la ventana
deja escapar unos rayos de sol entre las persianas,
iluminando un triste trozo de queso viejo,
en una gruesa tabla de madera sobre la encimera.
La luz tenue que dejan traspasar las cortinas
lo inunda todo,
dejando un color sepia anaranjado
que transmite un sentimiento nostálgico.
Ella entra sumisa,
casi imperceptible,
que parece haber sido educada
en el arte del silencioso caminar.
La observo en su silla de mimbre
y comienza a cortar el queso...
Con sus manos callosas,
callosas y cansadas,
cansadas de todo lo que tuvo que aguantar
y yo lo veo en su mirada,
es la mirada de una mujer fuerte
que nunca cesó de luchar.
Muchas historias fueron contadas
pero ninguna más cerca de la realidad,
con las palabras que salen de sus labios
que no son más que la pura verdad.
Acostada entre grandes montones de paja
dormía entre benditas vacas,
mas éstas le daban calor
como la estufa de la que tú disfrutas en casa.
Lavar a mano no era nada complicado
puesto que no había nada que lavar,
cuando una niña lloraba por un vestido,
ella lo hacía por un trozo de pan.
Recuerda a su padre sordo,
y a su madre quedarse ciega,
pero eso a ella nunca le importó.
Sabía que podían escucharla y verla,
con la fuerza del corazón.